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viernes, 22 de febrero de 2013

#9 Resistencia







Bill: ¿y?
Tú: …
Bill: ¿no me dirás nada verdad?
Tú: …
Bill: te llevaré a casa, te mojarías mucho si volvieras caminando.
Tú: ah… no.
Bill: ¿cómo no? ¿Quieres mojarte?
Tú: ¡no! No te preocupes.-confundida-
Bill: ¿estás bien? Estás hablando distinto, mírame.-afirmo tu rostro con sus manos y lo levantó- ¡Estás ardiendo!
Tú: ¡no! Sólo…-tambalea-
Bill: -te sostiene- ¡Tienes mucha fiebre!
Tú: ¡que no!
Bill: ¡que sí! Mira, no sé qué te pasa, pero, maldita sea, no te dejaré así.
Tú: ¡Ahora te preocupas!-lo apartas- ¿Por qué finges tanto? ¿El otro día fuiste un simio cualquiera y ahora me quieres ayudar? Esto no tiene lógica.-tocas tu frente con la mano derecha-
Bill: eres obstinada a más no poder, allá está mi auto.
Tú: ¡te dije que no iré! Te pagaré ese cheque en cuanto pueda, gracias por lo demás, tengo que irme.
Bill: ¿realmente te irás? ¡(tunombre)!
Tú: -molesta- ¡déjame ya!- caminas lento hacia el centro de la ciudad.-

Es un castigo sobrenatural la patética costumbre de mezclar lágrimas con lluvia.

Me puse a llorar, a la mitad de mi camino me puse a llorar desde los ojos hasta las piernas, un llanto intenso, inevitable e imparable, una agitación que intenté apagar entre las palmas de mis manos, hundiéndolas en mi rostro, pero los jadeos venían de más adentro, de donde mis manos no podían llegar. Luego un abrazo, su abrazo, desde luego debe haberme seguido, sus dos brazos que parecían mil, me rodearon, me aplastaron contra su abrigo mojado y lloré más, aún más agitada que antes. 

Tú: -entre llanto- ¿Por qué me abrazas? ¡¿por qué… vuelves?!
Bill: …
Tú: si te traté mal, por qué e-estas a-a-quí.

Todo lo que podía decir, lo decía con las manos aún en mi rostro, no quería debatirme a muerte con su mirada, no ahora, que me sentía tan débil, la frente caliente, los pies congelados y un mareo continuo.

Tú: yo-yo… Ale me dijo que…- suspiraba tratando de calmar el llanto-
Bill: -te mira fijamente, pero no logra nada, pues tus manos seguían en tu rostro-
Tú: que… no me cree, que no me cree a mí, ¡y yo que era su amiga!
Bill: cálmate, ahora nos iremos, no puedes seguir aquí con esta lluvia, estás muy débil.

Me tomó en brazos como si fuera una niña, me apoyé en su hombro, aún sin mirarlo. Y yo, 
<<No sé si estaba muriendo de vergüenza o de fiebre.>>
  



¡Hola! este es el capítulo más corto de la historia, pero no las quería dejar sin nada por tantos días T-T además este capítulo estaba perfecto con el nombre, ya estoy escribiendo lo demás. Si esta es la resistencia, luego viene el derrumbe, subiré lo más rápido que pueda ¡No saben como sus comentarios me hacen ponerme a escribir! así que Gracias, gracias y muchisimas gracias. 

martes, 12 de febrero de 2013

#8 Pánico.


Pasó una semana después de ese encuentro y ahora soy yo la que lo busca a él, con la mirada, por cada calle que camino. He pensado que quizás podría estar por aquí, que puede estar cerca y odiándome a mí misma lo busco, porque quiero verlo de nuevo, no sé la razón.

Al día siguiente 18:30 hrs

 -pasé a ver a Ale y ahora estoy dando la vuelta para llegar a mi departamento.

Tú: ¡ahm!
Bill: ¡te tengo!
Tú: suéltame enfermo, idiota!
Bill: ¿algún otro adjetivo calificativo?
Tú: una acción, pú-dre-te.
Bill: como si no me estuvieras buscando.
Tú: -te sorprendes- ¿qué quieres ahora? Pareces un psicópata apareciendo así de pronto, te dije que no quiero nada contigo.
Bill: no estoy aquí por ti.
Tú: ¿ah sí?
Bill: sí, estoy de turismo. 
Tú: ¿entonces por qué me detienes en la calle?  Que poca lógica.
Bill: ¿por qué eres así?
Tú: ¿así cómo?
Bill: -hace un gesto irónico con los ojos- sabes cómo, ¿qué quieres que haga?
Tú: ¿a qué te refieres? habla claro.
Bill: me refiero a que sabes que me quieres, y que te quiero, no veo el problema.-se apoya en la pared del restaurant que estaba donde conversaban-
Tú: ¿cómo te lo explico? Te quise, pasó un tiempo, ya fue, ya se acabó y si quieres que te hable más en serio, te digo que te tengo rabia Kaulitz, y quizás algo de rencor porque no me olvido fácil de las cosas, y me acuerdo de ese día, y si quieres repito las palabras de tu pataleta en el parque, los “me cansé de ti” o los “no te quiero volver a ver” ¿Te basta con eso o escribo un libro?

No sé si fui lo suficientemente clara, pero algo caló dentro y le hizo cambiar el semblante, 
bajar las cejas y formar un gesto noble en los labios, 
estremeciéndose, y haciéndome perder el centro.

Tú: ¿Y?
Bill: Entiendo… pero no puedes pedirme nada más, porque si me hablas de rencor me parece absurdo que no me dejes hablarte del vacío que he experimentado, ni del amor que te juro siento real, así que no pasará un segundo en que piense en dejarte, créeme.

Ahí termino la conversación, ya que me di la vuelta y no paré hasta llegar a mi pieza, a mi cama, a descansar.


Día siguiente 10:00 am.

Tú: ¿Qué pasó con Ale?
Matías: Nada, así que por favor no le digas.
Tú: ¿qué no le diga? ¿Es una broma?
Matías: no, si le dices  ella se va a poner muy mal y ni uno de nosotros dos quiere eso ¿verdad?
Tú: ándate a la mierda, hijo de puta ¿crees que no le voy a decir para que sigas viéndote como el príncipe?
Matías: no, no, pero, así nadie sale lastimado, yo terminaré esto, yo no la volveré a ver, ella sólo era una conocida de la escuela.
Tú: me voy, esta conversación no vale la pena.

En la mañana, como si nada, me topé con Matías mientras iba hacia la Universidad, me topé con Matías y la faldita roja, y las medias rasgadas de una “amiga de la escuela” algo así como una extranjera, hasta ahí todo bien, no se puede sacar ninguna conclusión, ni siquiera vaga, pero al cruzar la calle me percaté que no era sólo la mujer con la falda y las medias, sino que también estaban prácticamente devorándose, con una pasión que habría de aplaudir si no fuera porque él está en una relación seria con mi mejor amiga.

Matías: ¡Espera! No vayas a hacer nada de lo que te arrepientas, (tunombre) perdiste muchos puntos cuando te fuiste de aquí.
Tú: ¿perdón? ¿a qué te refieres?
Matías: me refiero a que yo he pasado todos estos meses con Ale, acompañándola, queriéndola y todas esas cosas, ella confía ciegamente en mí y nada me va a costar que me crea más a mí que a ti.
Tú: ¿Qué?

No cabía dentro de mí el asombro, jamás pensé que él fuera una persona así, menos que mentiría descaradamente.

Tú: supongo que no hablas en serio.
M: pruébalo.
Tú: imbécil.

No perdí más tiempo y me fui lo más rápido que pude a la casa de Ale.

Tú: Hola!
Ale: Hola!
Tú: estoy un poco nerviosa pero te lo voy a decir lo más rápido que pueda para que no cueste ¿ya?
Ale: ¿ah? ¿de qué estás hablando? Tú siempre tan loca ¿qué pasó?
Tú: mejor siéntate.
Ale: ya pues, me estas asustando.
Tú: es que, en la mañana, venía caminando a la U y vi a Matías.
Ale: ya…
Tú: y estaba con una mujer
Ale: ya ¿y?
Tú: y se estaban besando.
Ale: ¿qué?
Tú: eso, y te lo tenía que decir, sé que debe ser duro pero no me iba a quedar callada, o sea, te estaba engañando, tienes que hacer al- interrumpe-
Ale: ¿de que estás hablando? ¿Para qué estas inventando esto?
Tú: ¿ah?
Ale: Matías, me acaba de llamar y me contó que estaba desayunando con su primo, hasta hablé con él, me llevo bien con su familia y siempre que está con ellos me saludan.
Tú: -atónita- se debe haber ido a su casa después, yo lo vi, te juro que lo vi, de hecho le hablé.
Ale: ¿te gusta? ¿ahora que terminaste con Bill quieres que se fije en ti de nuevo, verdad?
Tú: ah… esto es realmente mentira, nada más lejos de la realidad, yo jamás haría eso…
Ale: ¡sí! ¡tú jamás harías nada! Tienes un sentido de la justicia tan bueno, mejor ándate.
Tú: no, o sea, detente un poco ¿esto es lo que piensas de mí? ¿en dónde quedó lo de “amigas”?
Ale: (tunombre) yo te quiero mucho, pero me han pasado muchas cosas, y tú no estabas.
Tú: ¿de qué hablas?
Ale: ¡nunca sabes de lo que hablo! hablo de que no me he sentido bien.
Tú: ¿en qué sentido?
Ale: ¡ves! no sabes nada de mí desde hace mucho tiempo, sólo esás preocupada por ti.
Tú: ¿qué? o sea... ¿hace cuánto piensas esto? ¿por qué no me dijiste? yo no me había dado cuenta...
Ale: "no te habías dado cuenta" ahí está lo de ser "amigas" una amiga se habría dado cuenta. Tú siempre te preocupas sólo de ti y no me preguntas nada, tú te fuiste y ahora vuelves ¿y quieres que sea la misma persona? La gente cambia, todos cambiamos ¿por qué yo no lo haría? Y resulta que amo a Matías, y no te creo, y ahora-comienza a llorar- llegas y me dices esto y… perdón, pero no te creo.

Tenía un tremendo nudo en la garganta, algo se estaba quebrando.

Tú: creo, que es mejor, que me vaya.

Salí del lugar y me vi nuevamente envuelta entre la gente, de alguna manera llegué al centro de la capital mientras caminaba escuchando canciones en mi mente, quería arrancar(me) pero de una manera más metafórica, algo como reinventar(me) o irme lejos. Recordé los campos de Viena, y los diferentes lugares en los que parábamos cuando vivíamos en el bus. 

Bill, ¿dónde estaría? ¿Habría regresado? Él dijo que algo así como que no dejaría de amarme, pero… ¿y si se aburrió? 
Y ocupo el verbo “amar” como si yo lo hubiera inventado. ¿Y si no me ama y todo lo que digo, hago y pienso no es más que lo que quisiera que fuera real y no lo es? ¡Qué enredo! ¡Matadme ya, dioses!

Estuve afuera hasta eso de las 10 de la noche, de 10 a 10, estaba todo oscuro y caía una lluvia ligera, me apoyé en un auto del estacionamiento de un McDonald's mientras pensaba qué comprar.

X: hey!, niñita, no te apoyes en mi auto.
Tú: ¿algún problema? ¿lo voy a abollar?
X: no, pero no me gusta que toquen mi auto.
Tú: ¿ah sí? ¿le puede dar varicela al BMW?
X: mira mocosa, sólo sal de ahí, esto es lo que me saco por venir a esta pocilga llena de pobres.

Lo que era una llovizna se había convertido en una lluvia de gran intensidad.

Tú: ¿así que eres uno de esos personajes que viven de las apariencias y el dinero?-sonríe-
X: no me importa eso, sólo quítate necesitada, ¿o a caso estás aquí para conseguir clientes? No sabía que las putas salían tan temprano.
Tú: ¿parezco puta según tú?
X: y de las más baratas.
Tú: ¿a sí? ¿algunas vez has estado con una puta?
X: ¡no!
Tú: ah, entonces no sabes que hacen las putas cuando se enojan.
X: ¿qué?
Tú: así que jamás hagas a una "puta" enojar, ¡o sino te pasará esto!

No sé si fue mi estado de ánimo, o el momento, o sus palabras, o quizás todo junto, pero sin pensarlo me puse a patear su auto desenfrenadamente, las zapatillas dejaban marcas y hasta se hundía la lata del deportivo de lujo, el tipo intentó detenerme, pero tenía todas mis fuerzas puestas en ello y no lo logró hasta que me tiró el pelo, estaba mojado por la lluvia y dolía aún más cuando lo tiraba.

Tú: ¡suéltame hijo de puta!
X: ¡Mira lo que hiciste maldita, mi auto!-jalaba aún más fuerte tu pelo-

¡Ta da! No sé como lo hizo, pero justo en el momento exacto, como mi superhéroe privado, aparece Bill, cómo diciéndome que lo necesito, que soy suya, y que el pájaro que anide en el vientre y que ahora quiere volar es lo que siento por él.

Bill: ¡hey! Suéltala.-forcejea con el hombre y te aleja de él- ¡para! ¿no ves que es una mujer?
X: ¿qué mujer? ¡Esta maldita es el diablo! ¡mira como dejó mi auto, está loca!
Tú: -estabas en un silencio mortal-
Bill: está bien, está bien ¿cuánto es?
X: tss, esto saldrá por lo menos 500…
Bill: tome, aquí tiene un cheque, disculpe por lo que ocurrió.
X: sí, y llévate a esta loca, no quiero tenerla cerca nunca más.